Armando Nerio Guédez Rodríguez nos habla del valor pedagógico del ajedrez
Las enormes y variadas características propias del ajedrez le permiten ser mucho más que un simple juego de mesa, un deporte mental, un arte o una ciencia: Estamos hablando de una poderosa herramienta capaz de convertirse en un gran elemento tanto didáctico como pedagógico.
Según una nota publicada recientemente en el portal de Armando Nerio Guédez Rodríguez, Campeón Nacional de Ajedrez, se trata de un popular juego que ha sido tanto reconocido como utilizado por un sinfín de sistemas escolares como un coadyuvante en el desarrollo intelectual de los estudiantes… Tanto así que la mismísima UNESCO ha recomendado la inclusión permanente de la disciplina como materia educativa en la enseñanza primaria y secundaria.
¿Por qué? Pues porque es un juego divertido que apela a los principios del rendimiento, está regido por un sistema de reglas muy básicas pero estrictas, incentiva la sana competencia, y un larguísimo etcétera que incluye, lo dicho, su valor académico: Ayuda al correcto desenvolvimiento dentro de las áreas curriculares, impulsa el proceso de socialización y colabora con la integración grupal.
Armando Nerio Guédez Rodríguez, sin embargo, aclara en su nota que es de vital importancia separar los conceptos de Ajedrez Escolar y de Escuela de Ajedrez. ¿La razón? Porque el primero trata de una herramienta puntual, recreativa y, en muchos casos, optativa; mientras que la segunda trata de algo mucho más grande que involucra todo el contexto instructivo, de desarrollo, competitivo y de carácter tanto nacional como internacional de la disciplina deportiva.
Lo importante del asunto, claro está, es que ambas nociones no son del todo incompatibles ya que las dos se benefician de las mismas bondades del mismo juego. De hecho, la Federación Venezolana de Ajedrez organiza eventos anuales a nivel nacional en los que se invita a docentes de diversas instituciones para que se sumen al programa educativo ‘Proyecto Estratégico Nacional de Ajedrez Escolar’.
