26/04/2024

Rafael Cadenas gana el Premio Reina Sofía de Poesía

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Lo de Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) es una escritura de inmersión que no descuida la superficie, lo inmediato, aquello que también está a mano y dice de otro modo lo profundo de las cosas. El poeta venezolano es uno de los referentes principales de la poesía en español de los últimos 50 años. Formó parte del grupo venezolano Tabla Redonda, donde se reunieron algunos escritores principales de su generación.

Es autor de una obra donde la poesía y el pensamiento encuentran el sitio y se acompasan. A los 88 años manifiesta un cansancio de paso lento, pero qué calidad y abundancia de escritor. Acumula algunos poemas memorables, como aquel que casi es himno y tituló Derrota.

Su obra se dispersa felizmente entre poesía y ensayo. Y en ese límite o frontera de la palabra ha abierto espacio propio. Eso, entre otros asuntos, reconoció el jurado del XXVII Premio Internacional Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.000 euros y convocado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca.

Este hombre de modales demorados militó en el Partido Comunista. El dictador venezolano Pérez Jiménez lo envió a la cárcel. Conoció el exilio. Se apartó del comunismo cuando entendió que Cuba no era la arcadia ideal, sino una dictadura al completo.

Y con ese equipaje se fue conformando como un solitario con buenos amigos. En España, las editoriales Visor y Pre-Textos han publicado casi toda su obra en verso. La suya es una poesía que no huye de la crítica, del desacuerdo, del desencanto ante una realidad, la de su país, dominada por el desenfreno de Nicolás Maduro.

Algunos de sus versos tienen ese seño de lo memorable que sólo alcanzan ciertos escritores poderosos. Cadenas se llenó de poesía con los grandes autores de la tradición hispánica: Cervantes, Quevedo, Lope, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Cernuda… Y a su modo ha ido levantando una obra que asume todos los riesgos de la escritura, que busca en el envés de lo que se ve para ir más adentro en la espesura. Que habla sin necesidad de oscurecer lo que quiere decir. Escribe, y denuncia, y explica, y no exige complicidad sino que sólo reclama escucha.

Pero sobre todo, vive y respira a un ritmo propio. Piensa lo que dice. Piensa lo que no dice. Se sienta a escuchar y a no decir nada. Y escribe todo aquello que no puede ser dicho de otro modo. Sin esperanza, con convencimiento. Cadenas es un hombre silencioso, mas no callado. «A partir de mi alejamiento del comunismo sentí un gran desengaño. Y creo que fue muy importante para mí. Me refiero al desengaño, porque detrás de cada desengaño hay una apertura a lo nuevo, a lo insólito. Aunque más que de escepticismo prefiero hablar de estado de vigilancia o de alerta, así es como me siento. Y siempre dudando».

 

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